ABC
Conoce un poco más de cerca a los delfines y ballenas del golfo de Tribugá. Elige la especie de tu gusto y sumérgete en el conocimiento científico sobre ella.
Filtros del Diccionario
- All
- B
- C
- D
- F
- O
Conoce un poco más de cerca a los delfines y ballenas del golfo de Tribugá. Elige la especie de tu gusto y sumérgete en el conocimiento científico sobre ella.
En esta especie todo es de proporciones gigantescas. Es el ser vivo más grande que haya habitado la Tierra (al menos del que se tiene registro). Su tamaño promedio es de veintitrés a veintisiete metros de longitud y su peso puede alcanzar las ciento ochenta toneladas. Para dar una referencia, su lengua llega a tener el peso de un elefante y su corazón es tan enorme como un automóvil. Se dice que un niño podría gatear sobre sus arterias. El espécimen más grande que se ha documentado tenía treinta y tres metros de largo. A pesar de su inmensidad, sobrevive consumiendo diminutos crustáceos denominados krill, los cuales filtra con sus más de trescientas barbas. Se calcula que, en áreas de alimentación, una ballena azul adulta puede engullir más de tres toneladas de estos organismos por día.
Más allá de su enorme cuerpo, la contextura de este rorcual es esbelto y elegante. El color azul de su piel es distintivo, mientras que su cabeza es ancha y aplanada. Su canto es uno de los sonidos más ruidosos del mundo y, entre individuos, pueden escucharse a más de mil quinientos kilómetros de distancia. Esta especie se distribuye en todos los océanos del planeta, excepto en el Ártico, y nada casi siempre en solitario en áreas profundas de altamar. La ballena azul es mítica e imponente, pero muchos de sus comportamientos, patrones migratorios y hábitos reproductivos son aún un misterio científico. Existen cinco subespecies desperdigadas en distintas zonas geográficas del mundo.
Pese a su amplia distribución, hay que tener fortuna para avistar a una ballena azul. Se estima que, en la actualidad, viven entre diez mil y veinticinco mil en todo el planeta. En los albores del siglo xx, dicho gigante fue arrinconado casi hacia su extinción por causa de la fiebre que produjo su aceite entre los barcos balleneros. Se cree que, hasta mediados de ese siglo, se exterminaron cerca de trescientos sesenta mil de estos rorcuales. Fue en 1966 cuando la Comisión Ballenera Internacional la declaró especie protegida, aunque las poblaciones han mostrado muy pocas señales de recuperación.
De acuerdo con las categorías de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la ballena azul está en peligro de extinción, y la mayoría de sus amenazas actuales provienen de actividades humanas como la colisión con embarcaciones, el cambio climático y la contaminación química de las aguas. El único depredador natural de este rorcual es la orca que, casi siempre, busca a los ballenatos, aunque se han registrado casos excepcionales de grupos inmensos de hasta setenta individuos tras la caza de estos gigantes.
Existen registros de la presencia de la ballena azul tanto en el Caribe como en el Pacífico colombianos, aunque su avistamiento es extraordinario. Algunos artículos científicos han reportado el golfo de Tribugá como una de las zonas del territorio marítimo nacional en las que el animal más grande del planeta hace su aparición de forma poco frecuente.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Se trata de la segunda ballena más grande del mundo y del segundo animal de mayor tamaño del planeta (sólo superado por la ballena azul). Su tamaño promedio es de diecinueve a veinte metros de longitud y se calcula que llega a pesar ochenta toneladas. El espécimen más grande documentado hasta hoy alcanzó los veintisiete metros de largo. Las características morfológicas que diferencian a estas dos especies, más allá de las proporciones de sus cuerpos, son una cabeza puntiaguda y plana, así como el tono grisáceo y la mandíbula inferior blanquecina, en los rorcuales comunes. Su aleta dorsal es falcada y prominente, de allí su nombre popular. No obstante su inmensidad, es uno de los cetáceos más veloces, pues puede llegar a moverse a cuarenta kilómetros por hora.
Pese a que su distribución es mayor en zonas templadas, la ballena de aleta también aparece en áreas tropicales. Su predilección son las aguas profundas y oceánicas, en las que nada de forma solitaria, excepto en temporadas de reproducción y crianza, cuando pueden agruparse en manadas de seis a diez individuos. Su alimentación es variada, según el punto geográfico en el que se encuentra: va desde calamares, krill y copépodos hasta cardúmenes de peces pequeños como arenque y caballa. En su boca cuenta con cientos de barbas con las cuales filtra a sus presas.
En esta especie se han descrito hábitos de alimentación y reproducción marcados, según la temporada estacional. Es así como, en el hemisferio sur, las ballenas de aleta suelen reproducirse entre mayo y julio. Al igual que otros rorcuales, este misticeto fue cazado por la industria ballenera en la primera mitad del siglo xx, con lo cual la población se redujo de manera crítica (se estima que se aniquilaron más de setecientos mil individuos). Hoy, el rorcual común se halla en condición vulnerable, de acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los mayores peligros antropogénicos son la pesca incidental, colisiones con embarcaciones, el calentamiento de los océanos y la contaminación química de las aguas. En la vida silvestre, el único depredador de este cetáceo es la orca, que es capaz de capturar a las crías.
Si bien encontrar a la ballena de aleta constituye un desafío, dada su preferencia por las aguas oceánicas y a la reducción de su población, en Colombia esta especie se ha reportado en el Caribe y en el Pacífico. En el golfo de Tribugá se ha registrado que su aparición es poco frecuente, pero algunos artículos científicos refieren que, por la estructura topográfica marina y sus grandes profundidades, es un área propicia para los ciclos migratorios de la especie.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Es uno de los rorcuales más esquivos y misteriosos. Su aleta dorsal tiene forma de media luna, similar a la de los delfines, y su cuerpo es esbelto si se le compara con otras ballenas. Sus aletas pectorales son cortas y puntiagudas, y su tamaño promedia entre los once y quince metros de largo. Además, su peso alcanza las veinte toneladas. Su distribución es mayoritaria en aguas tropicales, y las tres crestas que se extienden desde el espiráculo hasta el hocico son señales inequívocas para su identificación. Cada vez hay más registros de su presencia en el golfo de Tribugá, pero se cree que aparece con mayor frecuencia entre abril y mayo, cuando aprovecha la llegada a estas aguas de cardúmenes de sardinas, para darse verdaderos banquetes de pescados que filtra con sus barbas. Su nombre común se refiere al noruego Johann Bryde, precursor de la industria ballenera en Sudáfrica. En Colombia, los rasgos de su ecología siguen siendo desconocidos.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Su nombre científico proviene del griego megas, que significa grande, y pteron, que quiere decir aleta. Se traduciría como aleta grande, en referencia a sus distintivas aletas pectorales, que son largas, anchas y presentan protuberancias. El novaeangliae procede del latín y alude a Nueva Inglaterra, que fue el lugar en el que se describió la especie por primera vez. Su nombre común hace alusión a que, al sumergirse, esta especie arquea su lomo en forma de “joroba”. Su distribución es amplia, pues puede encontrarse en todo los océanos del mundo, pero la población que hace presencia en el Pacífico colombiana es denominada Stock-G, cuya característica principal es que este grupo de yubartas tienen sus zonas de alimentación en aguas antárticas y emigran ocho mil quinientos kilómetros hacia al norte, para buscar zonas tropicales aptas para la reproducción.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.
Es la especie más pequeña entre las ballenas barbadas: alcanza casi nueve metros de longitud en su etapa adulta y pesa cerca de nueve mil kilogramos. Su nombre científico, acutorostrata, tiene origen en las expresiones del latín acutus, que traduce puntiagudo, y rostrum, que significa hocico. Ello refiere a la forma característica de su cabeza, que culmina en forma triangular o en V. Se han descrito dos especies de estos rorcuales: la ballena Minke común (Balaenoptera acutorostrata) y la ballena Minke antártica (Balaenoptera Bonaerensis).
La ballena Minke común se distribuye en aguas tropicales, subtropicales, templadas e incluso polares, en áreas marítimas cercanas a las costas de todo el planeta. Suele ser una especie solitaria, salvo en temporadas de reproducción y crianza, y a diferencia de otros rorcuales, no se han determinado patrones migratorios claros en las diferentes poblaciones de este misticeto.
Por sus características morfológicas, esta especie puede ser confundida a primera vista con otras variedades de rorcuales como las ballenas de aleta, la de Bryde o la Sei. Sin embargo, al apreciarse de forma detenida, la Minke cuenta con rasgos inconfundibles. El primero es su tamaño, mucho menor que las especies mencionadas. El segundo es su cabeza, la cual sólo tiene una cresta y cuya forma puntiaguda es distintiva. El último son las franjas blancas visibles en sus aletas pectorales, que también son puntiagudas. Además, su aleta dorsal es más alta y se ubica más cerca de la testa. Al alimentarse, este rorcual expande sus pliegues gulares, y con sus barbas filtra peces pequeños como anchoas, caballas, arenques, capelanes y bacalao. La ballena Minke antártica se alimenta fundamentalmente de krill.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha ubicado a esta especie en la categoría de preocupación menor. Sus mayores peligros antropogénicos son la pesca incidental, la contaminación química y el calentamiento de los océanos. En algunos países, como Japón o Corea del Sur, en los que la captura de rorcuales está permitida, la caza directa supone un riesgo para la preservación de dicho misticeto.
Una las zonas marítimas en las que se ha reportado esta especie en Colombia es el golfo de Tribugá, dada su abundancia ecosistémica y biológica. Aunque existe poca información sobre la ecología, la distribución y la ocurrencia de dicho rorcual en la zona (y en general en todo el Pacífico), los testimonios y registros de ciencia ciudadana, así como algunos artículos de divulgación científica, han corroborado la presencia de este cetáceo en la región. En otros países, como Escocia e Islandia, la ballena Minke es foco del turismo de avistamiento.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Imponente y enigmática, la ballena Sei es la tercera de mayor tamaño del planeta. Se estima que alcanza los dieciocho metros de longitud y que llega a pesar cuarenta y cinco toneladas. En realidad, sobre este rorcual el conocimiento científico es aún escaso, dadas su predilección por aguas profundas y su carácter casi siempre solitario (en algunos casos se mueve en grupos pequeños, en particular en período de crianza y reproducción) y a que es menos activa en la superficie que otros misticetos.
Se distribuye en aguas templadas y subpolares, aunque también se mueve en zonas tropicales en el curso de sus rutas migratorias, sobre las cuales aún no se ha determinado un patrón claro. Su coloración es grisácea y, por su morfología, puede confundirse con la ballena de Bryde. Sin embargo, las distingue no sólo su tamaño, sino el número de crestas que van desde los orificios respiratorios hasta la punta del hocico (el rorcual Sei presenta una cresta, mientras el de Bryde tiene tres). Asimismo, la cabeza de la ballena Sei se ve levemente inclinada hacia abajo. Su alimentación se basa en copépodos (crustáceos planctónicos), pero además come krill y cardúmenes de peces pequeños, que filtra mediante sus barbas.
Durante el siglo xx, el rorcual Sei fue objetivo de los barcos balleneros, que alcanzaron a cazar más de doscientos mil individuos y diezmaron su población en más de un ochenta por ciento. En 1975, la Comisión Ballenera Internacional llegó a un acuerdo para el cese de su matanza. Pese a ello, en algunas regiones del mundo se sigue persiguiendo y es permitido cazar un número determinado de especímenes. Aún hoy, la ballena Sei continúa en la categoría de en peligro de extinción, según las categorías de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La presencia de esta especie en Colombia es inusual, pero algunos reportes de monitoreos científicos han descrito su aparición en el Pacífico nacional, y una de las zonas propicias para su ocurrencia son las aguas profundas del golfo de Tribugá.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Es la especie icónica que inspiró a Herman Melville para escribir Moby Dick. Más allá del mito, los cachalotes son cetáceos apacibles y tranquilos. En esta especie todo es gigante: es el depredador más grande del planeta; tiene la cabeza de mayor tamaño, y en ella alberga el cerebro más voluminoso que existe. Sus heces pesan cincuenta kilos, y de ellas se extrae el preciado ámbar gris. Gracias a la enormidad de su testa y a su anatomía, este odontoceto puede nadar hasta mil metros de profundidad y permanecer durante dos horas bajo el agua, en busca de calamares gigantes. Allí, en la oscuridad del fondo marino, se orienta con sus chasquidos de ecolocación. Sus vocalizaciones son de doscientos treinta decibelios y constituyen uno de los sonidos más fuertes del mundo.
En Colombia, se han registrado cachalotes tanto en el Caribe como en el Pacífico. Los avistamientos en el golfo de Tribugá son esporádicos, pero dada la profundidad del fondo marino, que sólo en la zona costera alcanza los veinticinco metros, es un área aparentemente propicia para su observación. Aún no se ha determinado la estructura genética de las poblaciones que visitan estas aguas, ni tampoco sus patrones de distribución o uso del hábitat. Este es un odontoceto que se encuentra en estado de conservación vulnerable.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.
Es una de las dos especies de cetáceos que configuran el género Globicephala, que en latín significa cabeza redonda: la otra es el calderón común o de aleta larga (Globicephala melas). Esta denominación hace referencia a la particular forma de la cabeza en forma de melón que poseen dichas especies. Otra de las características de tales odontocetos es su ancha y curvada aleta dorsal, la cual parece dibujar una suerte de gancho.
Al referir de manera específica al calderón tropical de aleta corta, se ha establecido que alcanza los seis y medio metros de longitud y llega a pesar tres mil seiscientos kilogramos en su etapa adulta. Como su nombre común lo indica, se distribuye en aguas tropicales, subtropicales y templadas. Aunque es más habitual en áreas oceánicas, suele acercarse a zonas costeras de forma oportunista. Se alimenta de calamares, peces de tamaño mediano y pulpos, y nada en manadas de entre veinte y cien ejemplares. Sus familias tienen una estructura matriarcal.
Si bien las especies del género Globicephala también son conocidas como ballenas piloto, pertenecen a la familia de los delfines (Delphinidae). De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), dichos odontocetos se clasifican en la categoría global de amenaza de preocupación menor. La pesca incidental, la caza directa en algunas regiones del mundo, el calentamiento de los océanos y la contaminación química de los mares son los principales peligros derivados de actividades humanas.
El calderón se observa de manera esporádica u oportunista en las aguas del Pacífico colombiano, y el golfo de Tribugá es una de las zonas en las que se avistan con mayor frecuencia. Según los pobladores locales, se avistan en áreas distantes a la costa y tienen un carácter tranquilo al aproximarse a las lanchas. Su estado de conservación en el país, de acuerdo con El libro rojo de los mamíferos de Colombia, es de casi amenazado.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Esta es una de las especies de delfín con mayor distribución en el mundo, de allí su nombre coloquial. Se puede encontrar tanto en aguas oceánicas como costeras y en corrientes tropicales, subtropicales o templadas. Conforma manadas gigantescas que superan el centenar de individuos y suelen ser muy activos en la superficie; esto quiere decir que dan saltos y piruetas para surcar el oleaje.
En relación con su morfología, el delfín común se distingue con facilidad por las líneas entrecruzadas que se dispersan en sus costados y que tienen un parche marrón, amarillento o gris. La longitud de esta especie alcanza poco más de los dos y medio metros y su peso llega a los doscientos cincuenta kilogramos. Hasta 2015 se creyó que existían dos especies: delfín común de pico corto (Delphinus delphis) y delfín común de pico largo (Delphinus capensis). Sin embargo, estudios genéticos determinaron que las dos variedades hacen parte de la misma especie.
Su alimentación se basa fundamentalmente en diferentes tipos de peces y calamares. Las manadas de estos odontocetos pueden asociarse con otras especies de cetáceos durante la cacería de cardúmenes de sardinas o anchoas. De hecho, el delfín común suele nadar con bancos de atún, en una relación de cooperación y beneficio mutuo en búsqueda de localizar y capturar a los grupos de peces pequeños.
En el golfo de Tribugá, el delfín común es una de las especies que se avista con mayor frecuencia, aunque los registros y testimonios de los pobladores locales sugieren que se observan de manera más habitual en aguas distantes de la costa. Entre marzo y mayo, cuando empieza la temporada de arribo de las sardinas, se cree que la ocurrencia de esta especie aumenta, y se le ve de forma asidua nadando junto a bancos de atún. En efecto, estos delfines son aliados de los pescadores, pues permiten detectar la presencia de los atunes y así les permiten consumar sus faenas.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Aunque es tan social como otras especies, el delfín de dientes rugosos suele nadar en grupos más pequeños: de entre dos y treinta individuos. Se distribuye en aguas tropicales, subtropicales y templadas de todo el mundo. Su cuerpo es pequeño (dos y medio metros) y llega a pesar ciento cincuenta kilogramos. Se caracteriza por las manchas blancas o rosas de la parte inferior, las cuales también suelen aparecer en los labios y la garganta. En su boca cuenta con entre veinte y veintisiete dientes, en la que resaltan crestas o arrugas que dan su nombre común. Sus aletas, tanto dorsal como pectorales, son de mayor tamaño en relación con otras variedades de odontocetos.
Esta especie es más habitual en aguas oceánicas. Allí, entre las corrientes de grandes profundidades, se alimenta de peces, pulpos y calamares. Su comportamiento suele ser menos explícito sobre la superficie, y al sumergirse, son capaces de mantener buceos de hasta quince minutos.
La presencia del delfín de dientes rugosos en el Pacífico colombiano está aún envuelta en incógnitas científicas, dado su carácter más huidizo si se le compara con otras especies. De cualquier manera, este tipo de delfín se avista de forma esporádica u oportunista en las aguas del golfo de Tribugá, en áreas alejadas de las costas, según los relatos de los pescadores locales.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Se trata de una de las especies de cetáceo más enigmáticas y menos conocidas del mundo. Habita en aguas oceánicas, de allí la dificultad para el seguimiento científico. Se distribuye en áreas tropicales, templadas o subpolares de todo el planeta. Es uno de los tipos de delfín de mayor tamaño, pues puede alcanzar los cuatro metros de longitud y pesar hasta quinientos kilogramos.
Su dorso es gris, marrón o blanco, y con el tiempo se va colmando de cicatrices. Se cree que estas marcas son causadas por las luchas de cacería con sus principales presas: las sepias, que pueden ocasionar heridas con sus picos. También se ha reportado que se alimentan de calamares y, en menor medida, de peces. Es una especie gregaria que nada en familias de hasta cincuenta individuos y suele ser activa en la superficie, pero a menudo se mezcla con distintas variedades de odontocetos, como los delfines comunes, los nariz de botella o los listados (Stenella coeruleoalba). Su cabeza tiene forma de melón y, a diferencia de otros delfines, no presenta un pico prominente o alargado. Su complexión es robusta.
De acuerdo con las categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el delfín de Risso se clasifica en preocupación menor. El principal peligro de esta especie proviene de actividades humanas como la caza ilegal directa, la pesca incidental, la contaminación química de los mares o el calentamiento de los océanos.
En Colombia, el conocimiento sobre el delfín de Risso es escaso, pero se ha documentado que es un visitante ocasional de aguas aledañas a los golfos de Tribugá y Cupica, así como del Parque Nacional Natural Utría. Los pescadores de estas áreas encuentran a dicho odontoceto de forma esporádica durante sus faenas en altamar.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Sus distintivas manchas, que resaltan sobre el tono grisáceo de la piel, son el rasgo morfológico más importante de estos delfines. En algunas regiones del mundo, prefieren transitar en zonas oceánicas; en otras, se les ve a gusto en áreas aledañas a la costa. Su tamaño es pequeño (dos metros y medio, y cerca de ciento veinte kilos de peso), pero compensa esta desventaja en el océano con la fuerza que genera la enorme conformación de sus manadas, las cuales pueden llegar a contar con más de cien individuos. Existen diferencias físicas entre aquellas poblaciones que nadan en puntos costeros y las que recorren aguas profundas; una de ellas es el tamaño de su hocico. Las que permanecen cerca a las playas suelen presentar un hocico alargado, mientras que en los de mar abierto suele ser chato.
Se han clasificado dos subespecies: Stenella Attenuata graffmani, que es la de hábitos costeros, y Stenella Attenuata attenuata, la cual tiene una distribución más amplia aunque se asocia con aguas profundas. También se ha documentado que, en algunas ocasiones, manadas de ambas subespecies se mezclan en una sola. Se alimentan de peces pequeños, crustáceos y calamares.
La aparición del delfín moteado pantropical suele asociarse con la presencia de atunes. A menudo ambas especies nadan juntas para beneficiarse de manera mutua en la búsqueda de cardúmenes. Este es el cetáceo que con mayor frecuencia se observa en el golfo de Tribugá (incluso más que la ballena jorobada), ya que no presenta una ocurrencia estacional marcada, sino que puede hacer presencia en esta zona durante todos los meses del año. Pese a ello, aún no se ha logrado establecer si existen poblaciones residentes en dichas aguas.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.
Cuando se piensa en un delfín, es probable que la primera imagen que se evoque sea la de esta especie. La más reconocida y emblemática. No sólo ha atraído el foco de los investigadores, sino que también ha causado fascinación en la población en general. Este cetáceo es popular por su inteligencia y tiene fama de carismático, razón por la cual, aún hoy, se exhibe en los oceanarios y parques acuáticos de todo el mundo.
El delfín nariz de botella está distribuido en los distintos océanos del planeta, salvo en aquellos mares de aguas muy frías. Su distribución puede ser costera u oceánica, de acuerdo con el ecotipo que se aviste, y transita en manadas. Las familias que circulan por mar abierto tienden a ser enormes. Mientras tanto, las que prefieren áreas cercanas a las playas se conforman por grupos más reducidos, de entre diez y veinte individuos. Son mamíferos territoriales, hiperactivos y juguetones. Su tamaño alcanza casi los cuatro metros de longitud y puede pesar hasta quinientos kilogramos. Se le llama nariz de botella por la forma redondeada y roma de su hocico. Su aleta dorsal es prominente y curvada. Se alimenta de peces, crustáceos y moluscos, que suele detectar con su sonar de ecolocación.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.
Este delfín tiene un cuerpo esbelto y liviano, casi de malabarista (poco más de dos metros de longitud y cerca de ochenta y dos kilogramos). Es esa complexión la que permite que esta especie haga saltos y maniobras imposibles en el aire. Al alzarse sobre las olas, es capaz de dar hasta siete giros, mientras está suspendido en el viento. Ello en cuestión de segundos. De su habilidad para realizar volteretas provino su nombre común.
En las aguas del golfo de Tribugá, el delfín tornillo se avista con relativa frecuencia. Durante el primer semestre de 2023, por ejemplo, se observaron en diversas ocasiones en marzo, según los registros de las investigadoras y los pescadores científicos. De acuerdo con los datos de la UICN, su estado de conservación es de preocupación menor, mientras que a escala nacional, tal y como lo reportó El libro rojo de los mamíferos marinos, su condición es de casi amenazado. Esta es otra de las especies que suelen nadar acompañadas de bancos de atún.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.
Su apariencia se asemeja a la de los calderones o a las orcas pigmeas (Feresa attenuata). Su nombre común deviene de la similitud de su cráneo en relación con el de las orcas comunes. Por lo demás, resulta fácil distinguirla porque su cuerpo es completamente negro o grisáceo y su tamaño es menor (seis metros de longitud y dos mil kilogramos). Es la tercera especie más grande de la familia de los delfines (Delphinidae).
Al igual que la mayoría de los cetáceos, la falsa orca es una especie profundamente social y muestra rasgos de inteligencia similares a los de otros delfines. Nada en grupos de hasta cincuenta individuos y su distribución es mayor en aguas tropicales o templadas. Se encuentra en áreas oceánicas o mar abierto. Se alimenta de peces medianos o grandes, calamares, aunque también se ha registrado que depredan de forma oportunista otras variedades de odontocetos. Se ha reportado que algunas manadas interactúan de forma cooperativa con diferentes especies de delfines.
La falsa orca es uno de los cetáceos menos conocidos de los océanos, pero suele ser juguetona y activa en la superficie. Se ha documentado que se acerca a las embarcaciones para recrearse y saltar al ritmo de la estela de las lanchas. Durante décadas se creyó que estaba extinta, y hoy, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en la categoría de casi amenazada.
En Colombia se ha registrado la presencia de falsas orcas tanto en el Caribe como en el Pacífico. En la isla Gorgona se les ha visto a la caza de delfines moteados, mientras que en los golfos de Tribugá y Cupica suelen aparecer en aguas distantes de las costas. Un estudio acústico, realizado en estas áreas marítimas, recogió vocalizaciones de esta especie en las zonas de influencia de dichos golfos.
Ilustración de Gina Jiménez Vargas.
Son admiradas por su belleza e inteligencia, pero también temidas por su poder y voracidad. Las orcas no son ballenas; son la especie de mayor tamaño de la familia de los delfines. Es uno de los mamíferos que mejores capacidades de adaptación muestra: se encuentra a gusto tanto en aguas antárticas y árticas como en zonas tropicales y subtropicales. Sus poblaciones tienen conductas y hábitos ecológicos diferentes de acuerdo con el área que habitan. Se dice que uno de los rasgos de su naturaleza es la transmisión cultural.
Ilustración de Marielly Jiménez Vargas.